Drogas y Terrorismo: La amenaza que anida en Venezuela

Por Antonio Ledezma

Narcolanchas eliminadas por las fuerzas estadounidenses
Narcolanchas eliminadas por las fuerzas estadounidenses

Desde el exilio, sigo alzando la voz porque la verdad no puede ser silenciada. Durante años he advertido a la comunidad internacional sobre el entramado criminal que se ha consolidado en Venezuela. Nuestro país dejó de ser una democracia para convertirse en una plataforma del narcotráfico y del terrorismo internacional. Lo digo con plena responsabilidad: el régimen de Nicolás Maduro representa una amenaza real para la seguridad del hemisferio.

No se trata de opiniones ni de conjeturas, sino de hechos documentados por instituciones de alta credibilidad. Diversos informes han demostrado cómo el poder en Venezuela ha facilitado las operaciones de carteles de drogas y ha tejido alianzas con células terroristas vinculadas a grupos iraníes, sirios y libaneses.

Los pasaportes de la impunidad

Entre las pruebas más graves figura la entrega irregular de pasaportes venezolanos a individuos relacionados con estos grupos. Esa práctica ha sido denunciada reiteradamente por gobiernos extranjeros, organismos multilaterales y parlamentarios venezolanos.

La ministra argentina de Seguridad, Patricia Bullrich, advirtió sobre casos recientes de sospechosos que portaban documentos venezolanos, como el detenido en enero de 2024 en Buenos Aires. De igual forma, el diputado Carlos Paparoni ha presentado evidencias que vinculan a altos funcionarios del régimen con redes de financiamiento del terrorismo internacional. Según sus investigaciones, miles de pasaportes habrían sido emitidos a personas vinculadas con Hezbollah y otros grupos extremistas.

Mientras se entregan documentos a quienes atentan contra la seguridad mundial, se les niega el derecho a la identidad a los venezolanos perseguidos por pensar distinto. Esa paradoja retrata la degradación moral del poder usurpado en Venezuela.

A esto se suman los registros de vuelos Caracas–Teherán–Damasco operados por Conviasa y Mahan Air, con personal iraní y funcionarios del régimen. También se ha documentado que, a través de la embajada venezolana en Siria, se otorgaron más de 10.400 nacionalidades venezolanas a personas nacidas en Siria, Líbano e Irán.

El experto Marshall Billingslea, ante el Caucus del Senado de los Estados Unidos sobre Control Internacional de Narcóticos (21 de octubre de 2025), confirmó buena parte de estas denuncias: al menos seis pasaportes fueron otorgados a miembros de Hezbollah y dieciséis militares iraníes fueron identificados con documentos venezolanos.

Irán y Hezbollah en Venezuela

Empresas fachada como Irán Aircraft Industries, Kimia Sanaat y Parchin Chemical Industries, todas sancionadas por sus vínculos con programas nucleares y de misiles, operan en territorio venezolano y mantienen proyectos con las Fuerzas Armadas. Es evidente que Irán utiliza a Venezuela como plataforma logística, ideológica y financiera para expandir su influencia en América Latina, con la complicidad de un régimen que pone al servicio de esas operaciones a instituciones civiles como el SAIME y Conviasa.

El oro de la desgracia

El Arco Minero del Orinoco, una región destinada al desarrollo, se ha convertido en fuente de corrupción, devastación ambiental y lavado de dinero. La minería ilegal, controlada por grupos armados y por la élite del poder, financia redes criminales y operaciones de Hezbollah. El oro venezolano, en lugar de alimentar la prosperidad del pueblo, sostiene la maquinaria de violencia y terror que destruye nuestras selvas y nuestras comunidades.

La amenaza a la paz hemisférica

Todo este entramado —narcotráfico, terrorismo, corrupción y destrucción ambiental— convierte a Venezuela en un foco de desestabilización regional. Lo que ocurre en nuestro país ya no es un asunto interno: es una amenaza directa a la seguridad del continente.

Por eso reitero mi llamado a los organismos multilaterales, a los gobiernos democráticos y a las organizaciones de derechos humanos para que investiguen, sancionen y detengan estas operaciones que violan resoluciones de la ONU sobre terrorismo y proliferación.

Defender la soberanía nacional hoy significa impedir que Venezuela siga siendo usada como base de operaciones de potencias hostiles y redes criminales.

Uno de los principales artífices de este sistema fue Tareck El Aissami, sancionado por Estados Unidos por sus vínculos con Hezbollah. Su caída en desgracia no borra su responsabilidad como pieza clave del andamiaje que Chávez y Maduro construyeron para poner al país al servicio del crimen organizado.

Llamado final

La dictadura de Maduro no se desmontará sola. Solo la presión internacional, sumada a la resistencia cívica de los venezolanos, podrá detener esta amenaza. Cada día que pasa, se fortalece ese entramado oscuro que compromete no solo el futuro de Venezuela, sino la seguridad del hemisferio.

La hora de actuar es ahora.